La Semana Santa en Cotundo fue una experiencia que marcó mi camino con Jesús.
Mi nombre es Ariel Laje Vera, soy de la Provincia de Los Ríos, Cantón Baba, Recinto San Francisco.
Luego de un retiro espiritual realizado en Cuenca – Quingeo en la Casa de Espiritualidad San Juan Berchmans, acepté la invitación del Padre Jorge Lasso, S.J. para realizar las misiones de Semana Santa.
Me trasladé a Cotocollao y me encontré con quienes íbamos a realizar la misión. Partimos a Cotundo en calidad de misioneros, entre ellos estuvimos el Padre Tito García, formador de los novicios, tres novicios y dos jóvenes con inquietud vocacional y yo.
Llegamos al Santuario de la Virgen del Quinche, donde nos recibió el Padre José Yanangómez, sacerdote Diocesano, con mucho aprecio, nos invitó a disfrutar la tradicional fanesca, muy distinta a la que se prepara en la costa, me agradó. Pasamos a organizarnos y distribuir las actividades en equipos.
Fue enriquecedora la oración espiritual, al inicio del día para agradecer a Dios por un nuevo amanecer y al final del mismo teníamos un espacio de evaluación de la jornada.
El día domingo de ramos, cual sorpresa, me tocó acolitar en la misa, nunca lo había hecho antes; en un ambiente de confianza, los que ya sabían nos enseñaban. Luego, nos turnamos para hacer algunos oficios como: cocinar, limpiar, atender a los colaboradores del Santuario… y así transcurrió la Semana Santa.
Lo más interesante eran los momentos en que estábamos juntos para la comida, donde los padres compartían sus historias de vida, eso me inspiraba al punto que me proyectaba viendo mi futuro, ya me iba imaginando yo, así como ellos, siguiendo a Jesús.
Me impresionó también la devoción de la gente, la cercanía a la Virgen del Quinche, llevaban el agua bendita que salía de una llave de agua por los pies de la Virgen.
Al compartir con otros jóvenes, me di cuenta que esta misma inquietud de seguir a Jesús no era solo de mi parte, que hay muchos jóvenes que sienten lo mismo, solo que hay miedo a decidirse. Hicimos una bonita amistad, también con los niños, que al final me ofrecieron sus detalles de cariño y pidieron que no me fuera.
Novena en honor a la Virgencita Dolorosa
Terminada la misión de Semana Santa, tuve un diálogo con el Maestrillo Diego Mantuano, Promotor Vocacional quien me invitó a participar de la novena en la Compañía.
Me sentí privilegiado de estar junto al Cuadro del Prodigio de la Virgen Dolorosa, el mismo que abrió y cerró sus ojos la noche del 20 de abril de 1906 a un grupo de 37 niños del colegio San Gabriel, 2 colaboradores, 1 sacerdote Jesuita y 1 Hermano constructor, en un comedor que luego se convirtió en la Capilla del milagro. Rezamos el Santo Rosario, fue mi oportunidad de entregarle mis intenciones más profundas, que están en mi corazón, para que según la voluntad de su hijo Jesús, se hagan; le entregué la vida de mi familia, de mi madre a quien amo mucho, a ella, quien conoce mis anhelos.
En este mismo lugar, durante la novena, la gente hace su consagración a la Virgen Dolorosa, acto que pude realizar: Oración inicial, lectura del Evangelio, una pequeña explicación y la Oración de consagración; finalizando con la bendición con el agua. Me sentí haciendo el papel de sacerdote.
Los padres Jesuitas que nos acompañaron, aparte de conducirnos por el camino espiritual, son muy humanos, compartieron su amistad, su cercanía y se preocuparon de que nos sintiéramos bien.
Joven, no tengas miedo de lanzarte a realizar una experiencia que te llena la vida de ese algo que buscas y no encuentras, ese es Dios. Es que tu y yo estamos para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor.
Me despido con el deseo de en todo amar y servir,
Ariel.