FORMACIÓN DEL JESUITA

¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?

San Ignacio de Loyola

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Prenoviciado

Este espacio permite al joven responder al primer llamado que hace Jesús -"ven y verás" (Jn 1, 39)- a todo aquel interesado en seguirle más de cerca desde la vocación y estilo de vida en la Compañía de Jesús; a su vez, permite que ésta conozca al candidato tal como es y lo acompañe de forma cercana.

En la Provincia ecuatoriana, el prenoviciado (o plan de candidatos) lleva el nombre de Hogar Xavier. Allí, el candidato va conociendo a los jesuitas en sus respectivas misiones, con sus virtudes y defectos, pero sobre todo por su deseo de construir el Reino de Dios desde la propia vocación. Se invita también al candidato a cultivar la vida espiritual, indispensable para alimentar la propia vocación y sostener la misión en la Compañía de Jesús.

Diego Mantuano, S.J.

Casa de EE. San Agustín/
Machachi /Ecuador

Mi experiencia del Hoxa 2014 fue de grandes y gratas sorpresas. La primera sorpresa fue conocer a jesuitas contentos con su vocación; ver que se querían entre ellos y tenían un amor profundo por Jesús: el padre Alcalde, Sanfeliú, Egidio, Gustavo, el hermano Guido, entre otros. La segunda sorpresa fue la experiencia pastoral diferente a la que había vivido en mi parroquia. Era trabajar en un colegio supliendo profesores y algunas veces siendo catequista. Por último, la tercera sorpresa fue encontrar que sí me gustaba lo que hacía como candidato a la Compañía de Jesús. No me había equivocado al dejarme guiar por Dios y sentir que había algo más allá de lo que hasta ese momento había vivido. Finalmente, unas semanas después hice mi carta de petición para entrar al noviciado en Quito el año 2015.”

Noviciado

En esta primera etapa de formación, el novicio jesuita afianza su relación con Dios y confirma su vocación a partir de los Ejercicios Espirituales, experiencia fundante para todo aquel llamado a ser compañero de Jesús. Es un tiempo propicio para conocerse a sí mismo e interiorizar el carisma de la Compañía -su espiritualidad y misión- para vivir conforme a la inspiración de San Ignacio: hombres pobres y humildes como Cristo pobre y humilde.

Desde el 2015, el Noviciado Regional San Ignacio ubicado en Quito-Ecuador es compartido con las Provincias de Perú y Bolivia. Allí, sabiéndose llamado junto con otros compañeros, en esta etapa de dos (2) años, el novicio aprende a amar a sus hermanos y a vivir comunitariamente, abrazando las diferencias culturales, generacionales y de cualquier índole en la Compañía.

Diego Machado, n.S.J.

Noviciado Regional San Ignacio / Quito / Ecuador

“El Noviciado es la primera etapa de formación del jesuita, en la que nos configuramos con la persona de Cristo como eje fundamental de nuestra vida. En este tiempo he podido reencontrarme con Dios, enamorarme de Jesús con la ayuda de las distintas experiencias que ofrece el Noviciado, así como el acompañamiento que brindan los formadores. En el Noviciado se funda la Compañía de Jesús en el corazón del novicio y con la ayuda de los Ejercicios Espirituales podemos ver al Dios en el mundo de una nueva manera cada día y así cumplir su santísima voluntad”

Posnoviciado

Tras profesar los votos de pobreza, castidad y obediencia al finalizar el noviciado, el ahora "estudiante" jesuita comienza una etapa de formación académica. Si bien la primera misión encomendada por la Compañía son los estudios, el jesuita busca afianzar su vocación religiosa en Jesús e integrar la dimensión espiritual, comunitaria y apostólica en su vida como universitario.

Con una duración de 3 a 5 años, los estudios se realizan en Lima-Perú y están centrados en las humanidades y la filosofía. La primera permite conocer la realidad humana en su belleza, diversidad y complejidad; la segunda, por su parte, fomenta el pensamiento crítico y la reflexión sobre nuestro modo de comprender el mundo y sus encrucijadas.

Jimmy Sigcha, S.J.

Habitación de Post Noviciado - Casa Primeros estudios "Lima- Perú"

“Esta etapa significa para mí un tiempo de transición y a la vez un tiempo para consolidar mi vocación como religioso. Transición porque empiezo una vida religiosa con matiz universitaria y a la vez en un nuevo país; y de consolidación vocacional, porque en medio de la vida académica voy aprendiendo a ser jesuita, pues combino la dimensión espiritual, apostólica y comunitaria con mis estudios. El Posnoviciado me ha brindado muchas herramientas para descubrir y ver el mundo con otros ojos, para compartir la vida con más jesuitas y laicos, lo que me ayuda a seguir creciendo como persona y como religioso. Pero, nada de lo anterior sería posible si no tuviera a Cristo como el centro de mi vida y vocación.”

Magisterio

Finalizados los primeros estudios, el "maestrillo" jesuita tiene la oportunidad de desplegar su celo apostólico en una obra de la Compañía de Jesús a tiempo completo. Desde una casa apostólica, el joven jesuita aporta como un miembro más de la comunidad, comparte la vida-misión con sus compañeros y realiza las tareas confiadas al servicio de la Compañía y de la Iglesia local.

En esta etapa, llevada a cabo en la propia Provincia durante 2 o 3 años, se confirma la esencia apostólica de su vocación; como "un fuego que enciende otros fuegos", el testimonio y acciones de vida del jesuita muestran su disponibilidad y generosidad, en colaboración con otros hombres y mujeres por un mundo más humano y fraterno, desde lo más local hasta lo más universal.

Sebastián Zúñiga, S.J.

Unidad Educativa Cristo Rey (Portoviejo / Ecuador)

“Estoy por empezar mi tercer año de magisterio en la Unidad Educativa Cristo Rey en Portoviejo, donde colaboro como docente y director de Pastoral. En esta dinámica del ambiente educativo, me enfrento a desafíos que me instan a reflexionar sobre cómo seguir acompañando y guiando a los jóvenes en sus procesos de búsqueda. Es un compromiso que va más allá de “dictar clases” o “brindar talleres”; implica ser un puente, un guía, y, sobre todo, un apoyo en su camino de descubrimiento y desarrollo integral. Estar aquí me llena mucho, pues la gente es muy cercana y me he sentido parte de sus vidas, es seguir aprendiendo de ellos y de mis compañeros de comunidad. Definitivamente es una oportunidad para seguir forjando mi vocación y entendiendo lo que implica la vida religiosa: estar con la gente y entregarlo todo con creatividad y amor.”

Teología

En esta etapa el jesuita retoma los estudios, ahora centrado en comprender el inefable misterio de Dios. Conscientes que el mundo de hoy todavía se intriga por encontrarse con lo divino, el jesuita se esfuerza por conocer al Dios que Jesús manifestó y que la tradición de la Iglesia ha querido comunicar desde sus inicios. Al final, el "teólogo" jesuita tal vez tenga más preguntas que respuestas, lo cual no muestra otra cosa, sino que a Dios tan solo se puede intentar entenderlo, más siempre nos va a superar.

Actualmente, esta etapa se realiza en los CIFs (Centros Interprovinciales de Formación Teológica) en Bogotá-Colombia o Bello Horizonte-Brasil durante 3 o 4 años. Allí también, el jesuita tiene la oportunidad de sentir con la Compañía "universal" rodeado de compañeros de distintas culturas y nacionalidades, experimentando el llamado compartido entre jesuitas de diversos países.

Freddy Medrano, S.J.

Pontificia Universidad Javeriana / Bogotá - Colombia

“Después de un año, diría que el aporte de este momento a mi vocación como jesuita es: encarnarme y conmoverme con la belleza del ser humano desde la profundidad e intensidad de la palabra de Dios. Es decir, estudiar teología me ha permitido anclar y renovar mi vida en lo cotidiano, con mis miedos, frustraciones, alegrías y esperanzas, en el día a día. Es ahí que escucho a Dios que se manifiesta en el Santo pueblo de Dios que me interpela desde su realidad. Y solo a partir de esta relación puedo reconocer, actualizar y comunicar la palabra de Dios con sencillez. El padre Teilhard de Chardin sostiene que creer es confiar que la mano de Dios está guiándonos para aceptar la ansiedad de sentirnos en suspenso e incompletos. Para mí esta es una afirmación que se actualiza cada vez que soy capaz de reconocer mi fragilidad y la de las y los otros como seres humanos, pero al mismo tiempo la grandeza y amor del Dios de Jesús con la Humanidad.”

Estudios especiales

Tras sus estudios de filosofía y teología, el jesuita es elegible para ser ordenado sacerdote de la Iglesia Católica, salvo que su vocación sea la de hermano jesuita*. Ahora bien, el carisma de la Compañía lo invita a expandir y ahondar sus conocimientos para responder mejor a las exigencias de nuestra misión desde la especialización en un área más particular.

Si bien no hay un tiempo fijado para esta etapa, suele realizarse durante los primeros años de su ministerio sacerdotal o como hermano jesuita. Con el afán de vivir el magis ignaciano, la Compañía de Jesús apuesta por formar a los nuestros para dar el mejor servicio posible a la Iglesia, especialmente allí donde es más necesario e importante, apoyándose de los instrumentos y conocimientos adquiridos en esta etapa

FELIPE GUZMÁN, SJ

Capilla de la Comunidad Ciszek Hall Jesuit Residential College/ USA

“Los estudios especiales son un tiempo para afianzar, ahondar y fortalecer las cualidades del jesuita en una rama específica del saber. Es un tiempo de profesionalización, pero también de adentrarse en la futura misión a la que el jesuita será llamado a servir a la Iglesia. Para mí, estos estudios en Salud Mental y Consejería que estoy realizando en la Universidad de Fordham en Nueva York, son un tiempo de profunda reflexión y práctica sobre cómo ayudar a cuidar, sanar e integrar la experiencia de Dios que nos acompaña en la historia con la fragilidad que nos atraviesa como humanidad.”

Tercera probación

También conocida como "escuela del afecto", es la última etapa de formación en la Compañía. Después de años de estudios y trabajo apostólico en que el jesuita es formado y probado, se vuelve al primer amor desde la experiencia de Ejercicios Espirituales, la revisión de documentos fundacionales y el servicio a los más vulnerables, rememorando con gratitud el camino recorrido como compañero de Jesús.

Esta experiencia de breve duración -6 meses- se realiza en diversos lugares del mundo en compañía de otros jesuitas que también cierran una aventura emprendida hace aproximadamente 20 años. Una vez finalizada, el jesuita que ha optado por seguir a Jesús en pobreza, castidad y obediencia, es invitado a profesar sus últimos votos con el corazón abierto a servir a la humanidad y a proclamar el Evangelio de Jesús, en fidelidad a la Iglesia que le ha confiado acompañar y entregarse por completo al Pueblo de Dios.

Mauricio Cadena, S.J.

Campamento San Ignacio de Loyola - Fe y Alegría / Checa / Ecuador

“Personalmente significó un tiempo de renovación espiritual, apostólica e intelectual luego de haber vivido muchos años como jesuita, y luego de haber experimentado la realidad de la vida en la Compañía de Jesús. Siempre escuché que a la tercera probación le llamaban ‘escuela de los afectos’, y esto solo lo entendí al hacer nuevamente el mes de Ejercicios Espirituales. Debo confesar también que, aunque al principio la veía como un ‘requisito’ que debería cumplir dentro de mi vida como jesuita, la consigna que me dio el Señor durante el mes de Ejercicios, el acompañamiento del instructor, los cursos de formación y la vida comunitaria, me pusieron de frente ante el compromiso que demandan los últimos votos como entrega total en la Compañía de Jesús; desde entonces, este es un tema recurrente en mi oración diaria, pues lo principal que le podré brindar al Señor si la Compañía me concede esos votos, es mi sinceridad y mi entrega para vivir a plenitud mi vocación.”

Hermano Jesuita

Dentro de la Compañía, hay dos vocaciones (o modos de ser) jesuitas: hermanos o sacerdotes. Los primeros, tan jesuitas como los segundos, viven su llamado a ser compañeros de Jesús participando plenamente de nuestra misión y desde sus propios dones. En el fondo, son hombres que viven desde el don de sí mismos, “por tanto, el Hermano encarna la vida religiosa en su esencia y puede por lo mismo ilustrarla con claridad particular” (CG 34, D. 7).

La formación del Hermano se realiza en conjunto con los demás escolares, participando de la vida comunitaria y la misión encomendada desde el Noviciado. Si bien no se les pide realizar los mismos estudios en filosofía y teología que los escolares, el hermano jesuita se prepara con la misma entrega y dedicación en el área de estudios que mejor le permita servir al Reino de Dios, ofreciendo así un testimonio profético de la vida religiosa en el mundo actual.

David Chamorro, S.J.

Pontificia Universidad Católica del Ecuador / Quito

"Mi vocación a la Compañía de Jesús nació en el Colegio San Gabriel. Ingresé al noviciado en 1997 y durante el mes de Ejercicios sentí que el Señor me llamaba a seguirle como hermano, siguiendo la estela de san Alonso Rodríguez.*

Estudié Pedagogía en la PUCE; esa formación me permitió servir entre 2004 y 2010 en los colegios jesuitas de Quito, Cuenca y Guayaquil. En 2011, me destinaron a estudiar Historia. Hice mi tercera probación en Salamanca y volví al Ecuador en 2017.

Desde entonces soy profesor de Historia de la Iglesia en la PUCE. Colaboro en el Internoviciado de la Conferencia de Religiosos y en el Seminario Mayor. También acompaño como consiliario de parejas en los Equipos de Nuestra Señora.

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Francisco Hernández de Girón N35-121, entre Av. América y Av. República

Quito - Ecuador


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Noviciado Regional
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  • Telf.: (02) 2492186
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