¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?
San Ignacio de Loyola
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Este espacio permite al joven responder al primer llamado que hace Jesús -"ven y verás" (Jn 1, 39)- a todo aquel interesado en seguirle más de cerca desde la vocación y estilo de vida en la Compañía de Jesús; a su vez, permite que ésta conozca al candidato tal como es y lo acompañe de forma cercana.
En la Provincia ecuatoriana, el prenoviciado (o plan de candidatos) lleva el nombre de Hogar Xavier. Allí, el candidato va conociendo a los jesuitas en sus respectivas misiones, con sus virtudes y defectos, pero sobre todo por su deseo de construir el Reino de Dios desde la propia vocación. Se invita también al candidato a cultivar la vida espiritual, indispensable para alimentar la propia vocación y sostener la misión en la Compañía de Jesús.
Diego Mantuano, S.J.
Casa de EE. San Agustín/
Machachi /Ecuador
En esta primera etapa de formación, el novicio jesuita afianza su relación con Dios y confirma su vocación a partir de los Ejercicios Espirituales, experiencia fundante para todo aquel llamado a ser compañero de Jesús. Es un tiempo propicio para conocerse a sí mismo e interiorizar el carisma de la Compañía -su espiritualidad y misión- para vivir conforme a la inspiración de San Ignacio: hombres pobres y humildes como Cristo pobre y humilde.
Desde el 2015, el Noviciado Regional San Ignacio ubicado en Quito-Ecuador es compartido con las Provincias de Perú y Bolivia. Allí, sabiéndose llamado junto con otros compañeros, en esta etapa de dos (2) años, el novicio aprende a amar a sus hermanos y a vivir comunitariamente, abrazando las diferencias culturales, generacionales y de cualquier índole en la Compañía.
Diego Machado, n.S.J.
Noviciado Regional San Ignacio / Quito / Ecuador
Tras profesar los votos de pobreza, castidad y obediencia al finalizar el noviciado, el ahora "estudiante" jesuita comienza una etapa de formación académica. Si bien la primera misión encomendada por la Compañía son los estudios, el jesuita busca afianzar su vocación religiosa en Jesús e integrar la dimensión espiritual, comunitaria y apostólica en su vida como universitario.
Con una duración de 3 a 5 años, los estudios se realizan en Lima-Perú y están centrados en las humanidades y la filosofía. La primera permite conocer la realidad humana en su belleza, diversidad y complejidad; la segunda, por su parte, fomenta el pensamiento crítico y la reflexión sobre nuestro modo de comprender el mundo y sus encrucijadas.
Jimmy Sigcha, S.J.
Habitación de Post Noviciado - Casa Primeros estudios "Lima- Perú"
Finalizados los primeros estudios, el "maestrillo" jesuita tiene la oportunidad de desplegar su celo apostólico en una obra de la Compañía de Jesús a tiempo completo. Desde una casa apostólica, el joven jesuita aporta como un miembro más de la comunidad, comparte la vida-misión con sus compañeros y realiza las tareas confiadas al servicio de la Compañía y de la Iglesia local.
En esta etapa, llevada a cabo en la propia Provincia durante 2 o 3 años, se confirma la esencia apostólica de su vocación; como "un fuego que enciende otros fuegos", el testimonio y acciones de vida del jesuita muestran su disponibilidad y generosidad, en colaboración con otros hombres y mujeres por un mundo más humano y fraterno, desde lo más local hasta lo más universal.
Sebastián Zúñiga, S.J.
Unidad Educativa Cristo Rey (Portoviejo / Ecuador)
En esta etapa el jesuita retoma los estudios, ahora centrado en comprender el inefable misterio de Dios. Conscientes que el mundo de hoy todavía se intriga por encontrarse con lo divino, el jesuita se esfuerza por conocer al Dios que Jesús manifestó y que la tradición de la Iglesia ha querido comunicar desde sus inicios. Al final, el "teólogo" jesuita tal vez tenga más preguntas que respuestas, lo cual no muestra otra cosa, sino que a Dios tan solo se puede intentar entenderlo, más siempre nos va a superar.
Actualmente, esta etapa se realiza en los CIFs (Centros Interprovinciales de Formación Teológica) en Bogotá-Colombia o Bello Horizonte-Brasil durante 3 o 4 años. Allí también, el jesuita tiene la oportunidad de sentir con la Compañía "universal" rodeado de compañeros de distintas culturas y nacionalidades, experimentando el llamado compartido entre jesuitas de diversos países.
Freddy Medrano, S.J.
Pontificia Universidad Javeriana / Bogotá - Colombia
Tras sus estudios de filosofía y teología, el jesuita es elegible para ser ordenado sacerdote de la Iglesia Católica, salvo que su vocación sea la de hermano jesuita*. Ahora bien, el carisma de la Compañía lo invita a expandir y ahondar sus conocimientos para responder mejor a las exigencias de nuestra misión desde la especialización en un área más particular.
Si bien no hay un tiempo fijado para esta etapa, suele realizarse durante los primeros años de su ministerio sacerdotal o como hermano jesuita. Con el afán de vivir el magis ignaciano, la Compañía de Jesús apuesta por formar a los nuestros para dar el mejor servicio posible a la Iglesia, especialmente allí donde es más necesario e importante, apoyándose de los instrumentos y conocimientos adquiridos en esta etapa
FELIPE GUZMÁN, SJ
Capilla de la Comunidad Ciszek Hall Jesuit Residential College/ USA
También conocida como "escuela del afecto", es la última etapa de formación en la Compañía. Después de años de estudios y trabajo apostólico en que el jesuita es formado y probado, se vuelve al primer amor desde la experiencia de Ejercicios Espirituales, la revisión de documentos fundacionales y el servicio a los más vulnerables, rememorando con gratitud el camino recorrido como compañero de Jesús.
Esta experiencia de breve duración -6 meses- se realiza en diversos lugares del mundo en compañía de otros jesuitas que también cierran una aventura emprendida hace aproximadamente 20 años. Una vez finalizada, el jesuita que ha optado por seguir a Jesús en pobreza, castidad y obediencia, es invitado a profesar sus últimos votos con el corazón abierto a servir a la humanidad y a proclamar el Evangelio de Jesús, en fidelidad a la Iglesia que le ha confiado acompañar y entregarse por completo al Pueblo de Dios.
Mauricio Cadena, S.J.
Campamento San Ignacio de Loyola - Fe y Alegría / Checa / Ecuador
Dentro de la Compañía, hay dos vocaciones (o modos de ser) jesuitas: hermanos o sacerdotes. Los primeros, tan jesuitas como los segundos, viven su llamado a ser compañeros de Jesús participando plenamente de nuestra misión y desde sus propios dones. En el fondo, son hombres que viven desde el don de sí mismos, “por tanto, el Hermano encarna la vida religiosa en su esencia y puede por lo mismo ilustrarla con claridad particular” (CG 34, D. 7).
La formación del Hermano se realiza en conjunto con los demás escolares, participando de la vida comunitaria y la misión encomendada desde el Noviciado. Si bien no se les pide realizar los mismos estudios en filosofía y teología que los escolares, el hermano jesuita se prepara con la misma entrega y dedicación en el área de estudios que mejor le permita servir al Reino de Dios, ofreciendo así un testimonio profético de la vida religiosa en el mundo actual.
David Chamorro, S.J.
Pontificia Universidad Católica del Ecuador / Quito
Estudié Pedagogía en la PUCE; esa formación me permitió servir entre 2004 y 2010 en los colegios jesuitas de Quito, Cuenca y Guayaquil. En 2011, me destinaron a estudiar Historia. Hice mi tercera probación en Salamanca y volví al Ecuador en 2017.
Desde entonces soy profesor de Historia de la Iglesia en la PUCE. Colaboro en el Internoviciado de la Conferencia de Religiosos y en el Seminario Mayor. También acompaño como consiliario de parejas en los Equipos de Nuestra Señora.
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