El Camino Ignaciano es una experiencia que ofrece la Red Ese Jóven del Perú y que por muchos años ha reunido a jóvenes de diferentes partes para vivir una peregrinación que transforma mentes y mueve corazones. En los últimos años, generosamente, han extendido la invitación para que la Red Juvenil Ignaciana del Ecuador pueda enviar una delegación para vivir esta experiencia. Después de un proceso de pre-selección y acompañamiento en conjunto con las obras a las cuales representan, seleccionamos a Melanie Ruiz, Donovan Gutierrez, Tatiana Magallan y Dennisse Toala para participar en la edición de este año. A continuación, ellos nos cuentan un poco de su experiencia en los diferentes tramos y etapas.
Experiencia Personal
La llegada a Perú estuvo llena de emoción y expectativas sobre lo que viviríamos. Como delegación, apenas nos conocíamos, pero ese camino juntos nos permitió descubrirnos poco a poco. Comenzamos con un taller de autoconocimiento, donde reflexionamos sobre nuestra historia, las personas que nos han acompañado y cómo hemos crecido, reconociendo nuestras virtudes al igual que nuestras heridas. Las actividades y los acompañantes crearon un espacio muy significativo y al igual que San Ignacio tiene su experiencia de conversión y conocimiento personal, nosotros también pudimos vivir esta etapa para ir descubriendo o reafirmando “a donde voy y a que”.
Melannie Ruiz
Como peregrinos, el vivir la experiencia de la Peregrinación en la ciudad de Cusco- Perú partiendo desde la conversión que tuvo San Ignacio de Loyola al recuperarse de la herida provocada por la bala de cañón en defensa de Pamplona, al momento de caminar por varias horas con nuestros hermanos de misión visitar distintos santuarios, iglesias religiosas que mantienen una importancia en nuestro modo de ser, durante este espacio me dió el tiempo para poder reconciliarme conmigo y Dios, tener espacio de oración, asimismo, liberarme de los “afectos desordenados” que influyen en mi vida, como respuesta a este llamado de peregrinación fortaleció la consigna espiritual “Ser un fuego que enciende otros fuegos” -San Alberto Hurtado, llevándome a cambiar mi forma de pensar y ver desde otro punto de vista las realidades de los demás.
Dennise Toala
Amor, encuentro y paz, así describiría la etapa de los ejercicios espirituales de esta grata experiencia. El tener un momento de silencio y desconexión de lo habitual jugó un papel muy importante para nuestra experiencia como caminantes, debido a que muchos necesitábamos un espacio como esté en nuestras vidas. En las cuales aprendimos dos formas de oración, tales como la contemplación y la meditación, además de disponernos y sentir cómo Dios nos acompañaba en cada momento, sobre todo en los momentos de desolación y necesitábamos más de Él. Ayudándonos a discernir y ordenar nuestros afectos, para poder crecer en libertad alejados del mal espíritu, eligiendo la voluntad de Dios. Siguiendo la frase: “Si vas solo llegarás más rápido, pero si vas acompañado llegarás más lejos”.
Donnovan Gutierrez
En el apostolado del Camino Ignaciano en Cusco, seguimos los pasos de San Ignacio, viviendo una profunda espiritualidad en el servicio. Misionamos en comunidades, compartiendo valores como el amor propio con los niños y fomentando la unión familiar. Ayudamos a recolectar alimentos para familias y animales, incluso explorando la naturaleza para recoger hongos. En cada actividad, descubrimos el amor de Dios presente en todas las cosas. Esta experiencia nos transformó, mostrándonos que servir con amor y humildad es el camino para construir un mundo más solidario y reflejar la presencia de Dios en nuestras acciones descubriendo que el servicio con amor transforma tanto a quienes damos como a quienes recibimos.
Tatiana Magallán
La vocación del amor
Cuando conversamos con los chicos y chicas sobre los frutos que recogen de la experiencia, es evidente que Dios fue actuando en ellos durante estos 15 días. Da mucho gusto mirar en sus rostros la alegría de vivir unos días increíbles, la ilusión de aprovechar su juventud y la esperanza de poder sembrar en más corazones un mensaje de amor. De ahí que la misión de la Red Juvenil Ignaciana es ofrecer estos espacios y brindar oportunidades para que más jóvenes se llenen del Espíritu Santo del cuál siempre brotan cosas nuevas.
Escuchar estos testimonios nos debe llamar la atención para seguir apoyando a los y las jóvenes en cumplir sus sueños, y de esa manera nadar en contra corriente a lo que la sociedad consumista exige de ellos. Ahora su misión es replicar todo lo vivido en sus familias, sus movimientos juveniles y con sus amigos. Confiamos que todo lo aprendido será un gran aporte para sus itinerarios personales y profesionales para que todo lo que hagan sea a mayor gloria de Dios (MAGIS).