Camino hacia el centenario y más allá con una visión renovada

El Centro Cultural Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit fue fundado como la Biblioteca de Autores Ecuatorianos por el P. Aurelio Espinosa Pólit, S.J. en 1929 en un pequeño cuarto del Colegio Máximo Loyola de la Compañía de Jesús ubicado en Cotocollao. Esto significa que esta emblemática obra que alberga el mayor número de libros escritos por autores ecuatorianos, un magnífico museo de arte e historia junto a un valiosísimo archivo histórico está cerca de cumplir su primer centenario.

El P. Aurelio era un jesuita de grandes miras y ambiciones por el bien de la Compañía de Jesús y su amado Ecuador que había aprendido a estimar por las sabias enseñanzas de su padre el Dr. Aurelio Espinosa Coronel en el destierro europeo de treinta años. Él sabía que la cultura ecuatoriana no estaba pasando por tiempos propicios a su vuelta a Ecuador en 1928 y, además, con las bibliotecas familiares heredadas junto a otras de amigos que confiaron en su persona se lanzó a una empresa que todavía causa admiración por la amplitud de miras: recuperar la memoria escrita de una república entera. En verdad, no conocemos obra similar en manos de la Compañía de Jesús e Iglesia Católica en ninguna otra parte del mundo. La naciente biblioteca de autores ecuatorianos es hoy la mayor biblioteca de nuestro país con un museo que alberga diversas colecciones artísticas y científicas con un archivo histórico con documentos únicos por su valor y rareza.

El P. Julián Bravo, S.J. fue el jesuita que tomó la posta al P. Aurelio a partir de 1965 por cerca de treinta y cinco años de trabajo fecundo. Las características principales de su dirección fueron una estricta fidelidad al pensamiento del P Aurelio, cuidado extremo en la conservación del patrimonio y acrecentamiento de diversas colecciones museográficas junto a diversas publicaciones y la obtención de la Ley de la Biblioteca Ecuatoriana promulgada por el Congreso Nacional en enero de 1995.

Los últimos años han sido de vértigo para los centros culturales que custodian variados patrimonios documentales debido a las tecnologías que despuntaron luego de la pandemia de Covid-19 y las nuevas formas de aproximación a la información de los investigadores que van mucho más allá de la aplicación tecnológica. Es decir, que nos encontramos ante un cambio radical en la mentalidad y tecnologías que obligan a las bibliotecas y archivos a “reinventarse” para brindar los recursos de la manera más idónea y pertinente.

En los primeros meses del año 2025 el Centro Cultural se embarcará en una tarea nada fácil, pero, apasionante al mismo tiempo como es la elaboración del plan estratégico 2025-2029 que le permitirá cumplir su primer centenario y entrar con pie firme en el segundo.

Vislumbro desde estos últimos días de diciembre que nuestra obra deberá estar a la vanguardia de las nuevas tecnologías para seguir siendo pertinente a nivel nacional y regional. Además, estará en contacto permanente con la academia y otras instituciones culturales para brindar las respuestas más acertadas a las exigencias actuales. Deberá ser un auténtico centro de investigación en diversos campos de las ciencias sociales y humanísticas con publicaciones que brinden nuevas luces sobre nuestro pasado, presente y futuro.

También será un auténtico centro de fe, cultura y justicia como sucede en otras provincias jesuíticas de América y Europa y como lo fue en sus orígenes cuando los jesuitas del Colegio Máximo Loyola guiados por el P. Aurelio lograron articular una obra católica, cultural y de servicio a Quito desde las periferias de una sencilla Cotocollao.

Los tiempos que se avecinan no serán fáciles para el Centro Cultural por las limitaciones económicas de un país que mal administra sus recursos y no valora el sustrato histórico que debería darle el sentido que necesita en estos tiempos. Por ello, urge que el Centro Cultural abra la mirada hacia horizontes internacionales que le permitan obtener los recursos económicos para cumplir de la manera más eficiente su misión hacia el año 2029 y más allá.

P. Iván Lucero, S.J. Cotocollao. Martes, 17 de diciembre de 2024


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