Aprendizajes del Taller de Reconciliación y Liderazgo

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    El liderazgo ignaciano me invita a dar un paso atrás, a tomar un respiro y preguntarnos para qué estamos aquí. Reflexionar sobre lo que estamos haciendo y hacia dónde queremos seguir como equipo.
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    Nos pide orientar nuestro trabajo desde un modo y orden, que el crecimiento y el cambio no sea desorganizado, sino que vayamos llegando a acuerdos participando como equipo y los respetemos para seguir avanzando. Si nos equivocamos no importa, hay que perderle el miedo al error.
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    Para tener una cultura organizacional hay que parar y conectar con el Señor. Preguntarnos nuevamente y escucharnos sobre cuál es nuestra visión del trabajo, qué estamos haciendo y hacia dónde queremos ir, construyendo la misión y los valores que nos van a guiar. Y abrir ese espacio para que Dios lidere nuestro trabajo.
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    Abrir espacios para tener conversaciones significativas como equipo, descubrir los talentos que hay, preguntarnos más sobre lo que queremos mejorar para servir mejor y de manera más eficiente.
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    Encaminarnos a la sinodalidad de la iglesia, saliendo al encuentro de las personas a las que servimos, conocerlos más para servirles mejor. Para esto es necesaria la humildad y que nuestros espacios se vuelvan más horizontales y participativos.

Equipo Cáritas Parroquia La Dolorosa

Si no hay mejora contínua hacia el cambio, no habrá Liderazgo.

Un buen liderazgo, sabe tocar la vulnerabilidad. Hay que mostrar la vulnerabilidad, de un modo adecuado.

Debemos aprender a parar, dar un paso atrás, reconectar con la Fuente de Vida y con ello poder trabajar nuestros egos para que no desarticulen las relaciones establecidas.

Co-crear narrativas de sentido compartido y educar el sentido de poder para no tener una mirada parcializada como Obra, sino poner en el centro a la persona.

Anónimo

El Taller Liderazgo y Reconciliación, permitió modelar el "Ser, Hacer y Tener" por la fuente de vida, que es Jesús. La construcción y asimilación de las herramientas que, desde la Espiritualidad Ignaciana, podemos tener como apoyo a la Misión de Reconciliación de la Compañía de Jesús y, que dispone de directa aplicación en los equipos de trabajo y comunidades Apostólicas.

Wilson Andrade


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